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21.12.2017

Todo iba bien, tan solo tenia que abrir la caja que tenia delante para poder salir de la habitación.

¿Pero realmente quería salir de ella?

La calma lo invadía, todo estaba en silencio y ya no escuchaba las quejas de su hermana moribunda, donde quiera que mirara habían puertas que había abierto y lo habían llevado a dimensiones que tan solo habían existido en su mente. Pero todavía quería más. 

Volvió a mirar la caja, en su tapa podía ver la imagen de su hermana dibujada, pidiéndole ayuda con aquellos ojos sin vida.

Él se levanto del suelo y volvió a acercarse a las puertas, el mundo real todavía podía esperar un poco más de igual forma que su hermana.

Cuando el joven desapareció por la puerta, de otra salio una figura femenina encapuchada. Observo la caja con una sonrisa triste. La figura hizo desaparecer todas las puertas menos la que había usado el muchacho.

A un lado de la caja ella hizo aparecer una extensa mesa repleta de deliciosos manjares, algunos eran de lo más excéntricos e inimaginables.

Al otro lado de la caja la figura materializo una cama, la mas cómoda y confortable que se hubiera fabricado alguna vez, con diversas mantas y almohadones. Una vez acomodado todo la figura encapuchada volvió a las sombras.

Cuando el joven salio de la única puerta restante llego con una sonrisa, aquel mundo paralelo estaba lleno de mujeres hermosas con las que había retozado durante varias horas sin descaso. El muchacho ya se había mentalizado, mientras recomponía sus ropas y se peinaba el pelo desordenado de vuelta a la puerta, que ya era hora de volver y que debía regresar con su hermana.

En el momento en el que fijo su vista en la mesa la boca se le hizo agua, miro la caja con nerviosismo y se acerco a la mesa, "Por que coma un poco no va a pasar nada.", decía el joven mientras se sentaba y empezaba a comer, observo encantado como mientras comía, más comida se iba generando por los extremos de la mesa.

Una vez lleno y saciado, después de beber y comer todo lo que se le antojo miro desde la silla en la que se encontraba sentada la caja, y por primera vez noto la cama que había detrás de ella.

Sin pensarlo realmente el muchacho se levanto de la silla y acaricio con delicadeza el rostro de su hermana plasmado en la caja, le sonrío y paso de largo, se tiro en la cama bruscamente y abrazo los almohadones mientras caía en uno de los sueños mas profundos que aquel mugroso muchacho había tenido desde hace tiempo.

Una vez mas, la mujer salio de la oscuridad, esta vez sin la capucha, podía apreciarse la cascada de pelo albino que le caía por la espalda y la mascara de piedra que tenia sobre ella.

La de la mascara miro al joven dormido y movió suavemente la cabeza en desaprobación. Hizo desaparecer la mesa y cogió la cajita en la que se encontraba su única salida, para reemplazar aquello, ella hizo aparecer una cantidad descomunal de dinero y otras riquezas con la que los humanos solo soñarían. 

Volvió a posar sus ojos en el joven y acaricio de forma consoladora la caja, tranquilizando la agitada alma de la niña que llevaba en su interior.

El joven se despertó sobresaltado, había soñado con su hermana y sentía que ya era hora de volver con ella, cuando puso sus pies descalzos en el suelo pudo notar unas cosas redondas y frías debajo de estos; monedas. Los ojos del muchacho se posaron en la montaña de dinero que había en la habitación, se levanto de un salto y se zambullo en ella, toco todas las piezas de oro y beso cada doblón como si de unos bebes se trataran.

El mendigo cogió todas las monedas, collares, anillos. Todo lo que estuviera delante él. Una vez se lleno los bolsillos empezó a pensar en lo bien que vivirían su hermana y el, y en como todos los demás iban a quedar debajo de ellos y de la gran riqueza riqueza que acababa de adquirir.

Miro contento alrededor de la sala mientras las monedas en sus bolsillos chocaban entre ellas y se movían haciendo un suave sonido que el joven pasaba ignoraba. Recorrió la sala en busca de la caja que lo llevaría de vuelta a casa, con su querida hermana, pero no la encontró por ninguna parte.

El muchacho se empezó a poner nervioso, revolvió toda la sala, miro debajo de las montones de oro y debajo de las sabanas. Cada vez tenia la respiración más acelerada.y errática. Empezó a golpear la cama y a destrozar, o intentar destrozar, las joyas de oro. Se acerco a las paredes y comenzó a golpearlas, gritando una y otra vez que apareciera un que lo llevara a casa.

Rompió, destrozo, maldijo y arraso con todo, o lo que pudo, romper en la habitación. Las amargas lagrimas de desesperación empezaron a correr por las mejillas del joven, acordándose de su moribunda hermana como nunca lo había hecho antes, al borde de la muerte por falta de comida y agua, por falta de cuidados o de amor maternal. Por falta de una familia que la quisiera.

El la había abandonado, el no la había querido. No la escuchaba y se había marchado de su lado por un par de putas y un poco de dinero. Comida y por evitar trabajar para conseguir algo con lo que alimentar a su único pariente vivo.

"Sus 7 pecados han sido revelados, siento decirle que ya no tiene un hogar a donde regresar." Las palabras seguían brotando de su cabeza mientras una mascara de piedra aparecía delante de el. "Avaricia" Las puertas volvieron a aparecer en las paredes, el muchacho se desplomo en el suelo y se quedo sentado mirando la mascara que parecía ser la que le estaba hablando en aquel momento. "Lujuria" Las jóvenes con las que se había acostado en una de aquellas puertas aparecieron en una de las esquinas de la habitación, todas tenían el pelo enmarañado y con pedazos de paja entre el. "Gula" Una vez más la mesa volvió a aparecer, esta vez no habían deliciosos manjares en el, tan solo un puñado de comida podrida y en mal estado.  "Pereza" El joven miro la cama en la que había dormido como nunca lo había hecho, en aquel momento estaba destrozada y las sabanas estaban hechas trizas al igual que los cojines. "Envidia y Soberbia" Se toco los bolsillos para sacar las monedas, sin embargo ya no pudo encontrarlas, en su lugar tan solo encontró hojas secas y insectos muertos. Los pensamientos impuros que había tenido sobre la gente en su realidad volvieron a el, quería vengarse de la gente que los había menospreciado a el y a su hermana, aquella a la que seguramente no volvería a ver nunca más. "Ira" Toda la habitación era testigo de aquel pecado, cada rincón de ella estaba destrozada.

Desanimado, y sin nada mas que objetar el joven lo único que hizo fue cerrar losa ojos, esperando que la misma persona que había hecho aparecer y desaparecer todo aquello se deshiciera de el con la misma facilidad.

"No mereces descansar, en cambio, nos servirás para castigar a gente como tu."

Sin pensárselo dos veces el joven cogió la mascara con ambas manos y se la puso, se levanto y se perdió entre las sombras, esperando al siguiente desgraciado que acabara allí guiado por su propia codicia.

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