Erase una vez, una Princesa y un Dragón

12.06.2019

Se decía que llevaba cerca de diez años encerrada en la torre con la única compañía de aquel dragón, ¿Por qué debía odiarlo? ¿Por qué debía temerle? No fue culpa del dragón que ella acabara en aquella torre, así que no tenia ningun motivo por el que odiar a la criatura. Y su apariencia no era razón suficiente como para juzgarla. En cambio la princesa le estaba muy agradecida a aquel dragón, ya que la había protegido en incontables ocasiones en las que a mucha gente había intentado escalar la torre y llevarsela.

No era como si la princesa no quisiera salir de allí, claro que queria, pero todavia no sabia a donde debía ir una vez saliera de aquel lugar. Se negaba a volver con su familia, la cual la había encerrado en aquel lugar, y no podía ir a cualquier lugar porque la podrían reconocer y la llevarían de igual forma al castillo o harían algo pero con ella. Y había otro problema; el dragón no podía irse tampoco de la torre. La criatura estaba atrapada en aquella torre tanto como la princesa, aunque él pudiera volar y ir a por provisiones para la joven si en algún momento ella abandonaba la torre el dragón ya no sería necesario y por lo tanto moriría.

La princesa había intentado escapar una vez en durante el primer año que estuvo encerrada en el cual todavía sentía pavor por su guardián. Nunca lo había visto, por lo que supuso que quizá tan solo sería una mentira y no habría ninguna criatura allí. Cuando la joven consiguió escapar de la torre y estaba a punto de marcharse de allí escuchó un alarido terrible que la hizo darse la vuelta. La princesa nunca había escuchado un grito semejante, y se preguntó qué clase de horror tenía que estar viviendo aquella criatura para "llorar" de aquella forma. Cuando la joven levantó la mirada pudo observar a la criatura, tal y como le habían advertido los guardias que la habían arrastrado hacia aquel lugar, acostado en una posición poco natural se encontraba gritando de dolor, lanzando rugidos llenos de humo al aire. El dragón cruzó su mirada con la de la princesa y esta pudo ver en su mirada una súplica muda, Una petición egoísta por parte del dragón. La princesa podía notar como el dragón se arrepentía de tener que pedirle que volviera a la torre, se arrepentía de que por culpa de el ella se tuviera que quedar encerrada en aquella estúpido torre con el. Le dolía mucho tener que hacer aquello, pero él no quería morir. No todavía. Él sabía que si la princesa escapaba de aquel lugar acabaría en otra torre con otro dragón distinto, y así sucesivamente; o algo peor, quizá alguien la podría secuestrar y pedir algún rescate por ella. La criatura no podía permitir que aquello pasara. Él había nacido con un solo cometido, y era proteger a la princesa, o eso era lo que había soñado al nacer. Por eso le suplico, a través de l¡su alma, a la princesa que regresara a la torre, que no podía irse. Que no podía morir.

Por aquella razón ella ya no quería volver a escapar de aquella manera. Debía asegurarse de que si algun dia debia de salir de aquella torre saldría con su guardián, con su dragón. Nunca pudo cumplir aquel sueño.

Pronto el rumor de la princesa custodiada por una bestia se extendió por todos los sitios, y cada vez más y más gente se atrevía a acercarse a la torre. Aquel lugar ya no era seguro,pero ninguno de los dos podía irse de aquel lugar, pues si alguien conseguía capturar a la princesa la verdad saldría a la luz. Aquel secreto que tan celosamente custodiaba el dragón, y aquello no podía permitirlo.

Los caballeros no tardaron en aparecer alrededor de la torre. Todos deseaban hacerse con la princesa y presentársela al rey para que les diera una recompensa, sin tener ni idea de que había sido el propio rey quien había desterrado a su hija a aquel lugar. Todos querían intentar hacerse con la princesa, y conseguir su amor.

El dragón ya había perdido la cuenta de a cuántas personas había tenido que ahuyentar de aquel lugar para evitar que se acercaran a ella, pero los hombres eran persistentes, y algunos ni siquiera se dejaban intimidar por la amenazadora figura del dragón.

Un día hubo uno que consiguió herir a la criatura ante los mismísimos ojos de la princesa, la cual siempre estaba observando todo desde la ventana de la torre. Observó aterrada como aquel hombre se tiraba encima de su amado dragón y empezaba a clavarle su espada por todo el cuerpo, como empezaba a desgarrarle las alas. La princesa no quería creer lo que estaba viendo en aquel momento. Su dragón estaba rugiendo de dolor, pero no por sus heridas, si no por la impotencia que sentía al no poder proteger a su princesa, por no haber podido serle más útil, y por lo que su muerte le haría a la joven.

El caballero alzó la cabeza para asegurarse de que la princesa estaba presenciando aquel heroico acto de su parte. Cuando la miro un escalofrío de terror recorrió el cuerpo del joven. La princesa lo estaba mirando fijamente mientras aullaba de dolor, como si fuera a ella al que el joven estuviera clavando la espada. Gruesas lágrimas salían de los ojos de la joven. Las lágrimas se volvían cada vez más oscuras hasta fueron completamente negras, al igual que los ojos de la princesa, la cual rugió de ira liberando toda la oscuridad y el dolor que llevaba guardando durante todos aquellos años.

El dragón se movió a duras penas para ver a su amada, rugió de pesar al ver lo que le estaba pasando, aquello que él siempre había intentado evitar el dragón; esconder al monstruo.

Pues realmente, el dragón no estaba protegiendo a la princesa de las personas del exterior, si no a los demás de la princesa; del verdadero monstruo.

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