Gotas

22.10.2018

No había habido lluvias en los últimos días de aquel mes.

Por eso la aldea se encontraba en esa situación en aquel momento. En el centro de la aldea habían creado la hoguera más alta hasta la fecha, y alrededor de esta se encontraba toda la aldea, viendo como unas muchachas con pocas ropas bailaban en un círculo más pequeño alrededor de la hoguera, mientras que la gente alrededor de ella gritaba y canta el nombre del dios de el agua.

¡Báisteach!

La chamana de la tribu observaba a las bailarinas mientras removía en un caldera una sustancia pegajosa que parecía barro. Con aquella sustancia untaba a las muchachas cuando pasaban cerca de ella, haciendo espirales y patrones en la piel de ellas, hermosas florituras que brillaban a la luz de la hoguera.

En una esquina, apartado de la gente, el jefe de la aldea observaba todo con el ceño fruncido. Debido a la grave situación de su gente se había visto obligado a acudir a la chamana en ayuda, desesperado por todas las muertes que habían habido desde que las sequías habían comenzado. Los hospitales estaban cada vez más llenos de casos de deshidratación, inanición y desmayos por falta de alimento. Por aquella razón, y la imposibilidad de movilizar a su gente debido a la cantidad de enfermos que habían acumulado, además de que en aquellas condiciones les sería imposible reconstruir las casas, había decidido acudir a la chamana, la que siempre era la última de sus opciones, ya que su ayuda siempre requería un precio muy alto.

El jefe miraba con recelo como la chamana pintaba flores sobre la última de las bailarinas,d la mas joven. En el momento en el que terminó su pintura el fuego se avivó incluso más, llegando incluso más alto que los árboles que rodeaban la aldea. La gente que estaba alrededor de las bailarinas empezó a vocear, a saltar de un lado para otro, gritando el nombre del dios del fuego!

¡Tine!

La gente alzó sus brazos al aire y siguió gritando aquel nombre, una y otra vez, mientras las bailarinas seguían con el baile a duras penas, ya que las llamas las estaban alcanzando y no podían moverse, debían seguir hasta que el dios del fuego escogiera a una de las muchachas para que se sintiera satisfecho y pudiera abandonar aquella aldea, dejando así la vía libre para el dios de la lluvia.

El jefe miró como la más joven, su hija, empezaba a tambalearse peligrosamente hacia el fuego, él sabía que su pensamiento era egoísta, pero no quería que su hija fuera la elegida, ella había estado muy emocionada con respecto a aquella ceremonia, había estado practicando arduamente con las bailarinas mucho tiempo, pero nunca había tenido la oportunidad de bailar enfrente de toda la aldea, todavía no tenía la habilidad suficiente como para enseñar su danza a todo el mundo. Pero por fin la chamana pudo ver sus habilidades, y fue la primera en ser escogida de aquel grupo de seis chicas que seguían danzando alrededor del fuego.

Finalmente, una de las muchachas cayó dentro del fuego, sus gritos se elevaron por toda la aldea, y los habitantes celebraron la elección del dios del fuego. Las bailarinas sonrieron y empezaron a alejarse de la hoguera cuando un brazo calcinado cogió del cuello a la hija del jefe. Él corrió hacia su hija pero fue detenida por la chamana, "El dios exige otro sacrificio, el es el que elige."

Sintiendo impotencia, el jefe simplemente se quedó viendo como su hija aullaba de dolor. Cuando los gritos de ambas chicas cesaron unas gotas cayeron sobre sus mejillas, el hombre no estaba seguro de si aquellas eran lágrimas o gotas de lluvia, quizás eran ambas, pero cuando escucho como la gente empezaba a gritar de alegría supo que el dios de la lluvia se había quedado satisfecho después de arrebatarle a su hija. Cerró los ojos y salió de allí bajo la sonrisa cínica de la chamana, que esperaba con ansias la siguiente sequía, y quizás colaboraría con los cielos para que ocurriera antes de lo previsto.


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