Medusa

24.08.2021

Y se preguntó a sí misma, mientras la espada de Perseo tocaba su cuello, ¿cómo había acabado allí?

Antes había tenido una familia, (o eso creía), un trabajo ¡, y una diosa a la que adorar, oh Atenea, su amada Atenea, Medusa no podía amar a nadie más que a ella, pero entonces Poseidón aparecio.

Nunca entendió las historias, los rumores; "La sacerdotisa fue encontrada retozando con Poseidon.". ¿De qué estaban hablando? ELLA fue violada. ELLA no quería nada con Poseidon. ELLA adoraba a Atenea. ELLA era virgen y quería vivir y morir como una.

Atenea vio a Poseidón violándola, y el cobarde huyó en cuanto la vio. Atenea se compadeció de su cuerpo mancillado y la diosa la convirtió en lo que ahora era, para que pudiera defenderse.

Y entonces las historias cambiaron.

Medusa ya no era una puta y una sacerdotisa mancillada, ahora era un monstruo. Ahora era una amenaza.

Su único pecado era defenderse a sí misma intentando que no la mataran mientras vivió el resto de su existencia en soledad, y de repente su cabeza tenía precio.

La espada de Perseo era fría, era algo extraño en lo que fijarse mientras estaba siendo decapitada, pero aquella fue la única cosa que pudo pensar en aquel momento, lo fría que era la espada.

Ese frío era nostálgico, le recordó a su propio cuerpo después de que Poseidon la usara. La maldición, la magia de Atenea se sintió muy fría, llena de tristeza hacia ella. El suelo de las cuevas donde dormía era frío. Y la sangre que en aquel momento estaba salpicando aquel mismo suelo, extrañamente, también estaba fría.

Había una historia que Medusa nunca había contado, suponía que Perseo la contaria por ella. La historia de sus dos hijos, condenados a pasar toda la eternidad en su interior, ahora eran libres.

Los hijos de Poseidón, los de ella.

Ellos también parecían tener frío.

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