Mi vieja Amiga

07.12.2017

Miraba hacia el asfalto desde la azotea. Podía ver a las personas caminando alrededor de las calles. Habían niños, abuelos, padres, madres... Muchas personas, demasiadas.

Desde la azotea podía ver el lago a lo lejos, allí, ese era el lugar donde todos sus recuerdos felices se encontraban, y, a pesar de que en su estado actual no podia ir alli, necesitaba tenerlo a la vista para poder relajarse.

Volvió la vista hacia las personas de la calle, aun seguian alli. Seguían dando vueltas por los alrededores, teniendo sus vidas perfectamente organizadas.Que envidia le daban. También quería estar así. Por desgracia para él, estaba solo. No tenía a nadie a su lado.Y pasara lo que pasara tampoco tenía la intención de implicarse con nadie.

Estaba convencido de que tenía una maldición sobre el. Cuando era joven el decia que veia a la muerte rondando por los pasillos de la casa de sus abuelos. Poco después de verla, ambos fallecieron.

Apartó la mirada de las calles y miró a su lado. Aquel sitio que debería estar vacío ahora estaba siendo ocupado por una mujer sonriente que también miraba hacia el lago.

"Hacia tiempo que no nos veíamos."

Sabía que la joven, embutida en ropas negras y con aquel pelo cenizo, no había abierto la boca en ningún momento, y aun así había escuchado esas escasas palabras en su cabeza.

Asintió, sintiéndose nervioso. Recordando repentinamente la razón por la que había subido a aquella azotea. Quería encontrarla a ella, a su vieja amiga.

Ahora, más relajado por la presencia de la joven a su lado, sus ojos volvieron a posarse en la superficie acuática.

-Desde aquella tarde.

La sonrisa de la joven se encogió un poco y simplemente mostró una mueca alegre.

"Si, aquella fue la última vez."

El joven cerró los ojos deleitándose con la voz de ella en su cabeza.

"Creí que no querrías verme mas, hasta que fuera necesario."

La chica miraba constantemente un reloj de bolsillo que poseían hermosas letras en mayúscula alrededor de él, no parecían tener ningún patrón en concreto.

-Y no quería, pero no podía seguir aguantando la situación, lo mejor era arreglar las cosas cuanto antes.

El hablaba con tranquilidad, se sentía más calmado con ella alrededor, el mismo rostro al que había alejado de él hacía cerca de 15 años, y no pudo evitar pensar que no había cambiado en absoluto.

"Quizás has apresurado mucho las cosas."

Negación fue lo único que recibieron las palabras de ella. Sabía que no tenía sentido hacerle recapacitar, lo que estaba hecho ya no se podía cambiar, aun asi, no perdia nada por intentarlo.

Ya no tengo lugar donde esconderme, no hay razón para que aplacemos más tiempo esta conversación.

Encima del lago, de aquel hermoso lago, podía ver la casa en la que se había criado casi toda su vida. Ahora que había vuelto a la ciudad se había enterado de que iba a ser derruida y que ya no poseía ningún derecho sobre ella. Aquello fue lo que le hizo llamar a su vieja amiga sabiendo que ella no podría negarse a la reunión. Aunque cuando vio que la joven tardaba en venir no pudo evitar pensar que quizás su convicción era muy débil, que todavía estaba asustado. Por eso se sintió tan aliviado cuando la sintió aparecer a su lado

"No puedo cuestionar tus decisiones, y no lo pienso hacer."

Aquellas palabras tranquilizaron al joven que enseguida bajó la guardia y se permitió suspirar con tranquilidad y sin preocuparse por lo que pasaría a continuación, ya que ocurriria lo que él quisiera. Se alegraba de que ahora ella estaría allí para escucharlo hablar y aceptar sus condiciones.

"Tengo entendido que no te dejan regresar a la casa del lago."

Una vez más, asintió, ya no sabía cuántas veces había tenido que asentir desde que ella había llegado y había empezado a hablar, pero no tenía intención de hablar mucho, su compañera sabía exactamente qué era lo que estaba sintiendo en aquel momento y la mayoría de las palabras sobraban.

-La van a derruir pronto, ya no tengo ningún derecho sobre ella, así que no puedo hacer mucho más que ver como la echan abajo.

"¿Por eso estás aquí? ¿Quieres ver el final de la casa?"·

Esta vez ni siquiera hacía falta que asintiera, ella ya lo sabía, y por eso lo había mencionado.

-Solo quiero ver como empiezan, en cuanto hayan tirado la primera pieza no miraré más, entonces, te encargare el resto a ti.

Ella asintió, sin saber qué más podría responder en una situación así. Realmente no estaba de acuerdo con lo que iba a hacer su compañero, pero no le quedaba más opción que acatar sus deseos, no podía llevarle la contraria en cosas como aquellas, y realmente era una pena.

Ella lo había visto desde que era un bebe, y despedirse de aquella forma de él no le gustaba en absoluto.

Ambos miraron como las máquinas se acercaban a la casa lentamente, dirigidas por un señor mayor con un chaleco reflectante. Bastante gente se había reunido alrededor de la casa para ver como era derruida. Aquella casa no solo había sido el hogar del joven, mucha otra gente se había reunido allí para tomar el té y charlar con sus abuelos; los niños habían jugado en el inmenso jardín que estaba también en los terrenos de la casa. Mucha gente había podido disfrutar de ella y el hecho de que ahora fuera derruida les rompía el corazón a muchas de ellas. Algunas señoras llevaban el pañuelo en la mano, recordando sus días de jóvenes mozas en las que se reunían dentro de la casa a cotillear sobre los últimos acontecimientos que ocurrieron en el pueblo.

El joven sonreía, le alegraba ver a toda aquella gente reunida allí por una sola causa, y que aquella causa tuviera algo que ver con el también lo llenaba de placer.

La joven albina ya sabía lo que venía a continuación, así que cuando el joven se giró hacía ella con una sonrisa en la cara no hizo falta que le dijera nada.

"Me ha alegrado volver a verte. Nos vemos pronto."

La sonrisa del joven se hizo más amplia cuando la joven se puso detrás de él y lo abrazó de forma calida.

El joven casi no noto cuando ella lo empujó suavemente del edificio, hizo que su cuerpo se diera la vuelta para levantar su cara hacia el cielo, no quería ver el suelo en sus últimos momentos de vida, quería ver el rostro de ella, de la persona que lo había estado persiguiendo durante toda su vida, la persona que le advertía sobre la gente que iba a morir incluso antes de que aquello pasara.

El rostro de ella.

El rostro de la muerte.

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