Sentidos

19.04.2018

¿Que estaba viendo? Una rosa, un bonito jardín.

¿Que estaba oliendo? Un pastel recién hecho.

¿Que estaba escuchando? La suave música de un gramófono.

¿Que estaba saboreando? El caramelo de un dulce helado.

¿Que estaba tocando? El frío material de un metralleta.

Volvió a la realidad, ni jardines, ni pasteles, ni música, ni caramelo. Tan solo podía ver cuerpos, oler pólvora, escuchar bombas y saborear sangre.

Escupió en el suelo dejando una mancha roja y espesa en el. Podía ver como la gente salia corriendo y lo dejaban atrás, con la mirada fija en la montaña de cuerpos que habían repartidos por el campo. Todos ensangrentados, algunos violados y mutilados.

El soldado avanzo, apartando a la gente que se le ponía delante mientras caminaba sin rumbo y esquivaba las bombas que aterrizaban a su lado. Quería salir de allí por un momento, respirar un aire que no estuviera contaminado por el humo de las bombas y los gases de los aviones. Tan solo quería volver a aquel pueblecito en el que se habia refugiado su amada. Realmente tenia muchas ganas de verla u dejar que su esencia femenina lo arrullara hasta que pudiera olvidar que habia hecho que que tenia que tenia que hacer todavia. No quería pensar en la cara de las personas que había matado, desmembrado y colgado.

¿Cual era la dirección de aquella cafetería? A mitad de camino, y estando a las afueras de la guerra sin que nadie se parara a detenerlo, se detuvo a mirar los alrededores del camino en el que se encontraba. No habia ni una sola persona a la vista, y mucho menos una hermosa joven. Probablemente ella estaría en una de las elegantes mesitas de la cafetería esperando por el y deseando con ansias su regreso. O eso es lo que tenia en mente.

Definitivamente no se esperaba que aquella cafetería se encontrara destrozada por las bombas, con las paredes y los cristales negros a demás de un olor a carne quemada increíble.

 Cuando entro en la tiendecita enseguida sis ojos viajaron al lugar en el cual habia comido con ella tres o cuatro días antes. Y allí estaba, un cuerpo semi-calcinado, con las ropas quemadas, pero definitivamente era ella.

El soldado se acerco al cuerpo y se sentó en el suelo, le cogió lo que le quedaban de las manos a la muchacha y espero. ¿Que hacia? Nada.

¿Que estaba viendo? Destrucción y llamas.

¿Que estaba oliendo? La carne humada quemada.

¿Que estaba oyendo? Los motores de los aviones bomba acercándose.

¿Que estaba saboreando? Cenizas.

¿Que estaba tocando? La fría mano de una chica muerta.

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